InDIARIO DE VIAJE, VIAJE AL INTERIOR

CEREMONIA DE CACAO

En Nicaragua, específicamente en la Isla de Ometepe, me enteré de casualidad que en la Finca del Zopilote daban clases de Yoga cada mañana a las 7 a.m. Le insistí tanto a Lucho que no le quedó otra, y 6:30 a.m. para allá partimos. Evidentemente ni bien apagamos la Kombi él siguió durmiendo, y yo entré. Al finalizar la clase escucho al vuelo el comentario sobre una tal “Ceremonia de cacao” que se iba a llevar a cabo en un par de días.

Quería participar, pero tenía que ser muy buena convenciendo a Lucho para quedarnos unos días más en la isla e ir a ese ritual del que poco conocía. A él no le interesaba asistir y lo supe de antemano, pero como buen compañero, lo respetó y nos fuimos a dar unas vueltas por Ometepe hasta el día de la ceremonia.

Pero, ¿qué sucedió realmente en esta ceremonia de cacao?

Miré a mis alrededores y no había ninguna cara familiar, ni siquiera el idioma que era más anglosajón que latino, y me pregunté si era verdaderamente sagrado o había algo de comercial, aunque el aporte de sólo usd 5, al menos pagaría mis tazas de cacao.

Comienzan explicándonos que dicha ceremonia viene de tradiciones de los Mayas, quienes tomaban la bebida preparada en una olla de barro, con cacao 100% orgánico y especias como pimienta, jengibre y cúrcuma, por lo cual no es ni parecido a la “cocoa” o “nesquik” que consumen los niños el día de hoy junto al líquido blanco que sale de la vaca, que ha perdido de un 60% de nutrientes, ni mucho menos al chocolate milka. 

Esta bebida ofrecida en la ceremonia no es dulce sino picante, y no se toma con leche sino con agua. Y después de conocer todos los beneficios que aporta el cacao, cada vez que conseguimos compramos semillas, llamadas “nibs”, que tienen forma de cápsulas, parecidos a los Ibuevanol y con efectos similares (si sufres dolores menstruales, podés probar reemplazar lo químico por lo natural), y consumimos unas 5 semillas enteras o picadas con cereal.

Cada ceremonia de cacao es distinta, por eso recomiendo que no se guíen sólo por esta experiencia, sino que cuando tengan la oportunidad, tengan su propia vivencia.

El cacao aumenta la producción de endorfinas, alejando la depresión, y es una gran fuente de anandamidas, conocida como la molécula de la felicidad, con efecto analgésico y antiinflamatorio, acelerando el flujo sanguíneo, por lo cual el cerebro recibe mayor claridad.

Pero no estoy aquí para aburrirlos con explicaciones de procesos bioquímicos, sino para invitarlos a leer la experiencia en una ceremonia de cacao:

¡Abramos el corazón!

Nos sentamos en círculo alrededor de una corona de flores, sobre los mat de yoga sustentables, de hojas de plátano, y pidieron por favor no filmar ni sacar fotografías porque era un espacio sagrado, lo cual borró por completo mi miedo que tenía sobre capitalizar una ceremonia como ésta (la verdad es que a veces la globalización me desespera).

Llegó al altar una olla negra y con orejas a los costados, que más bien parecía a la de las películas de brujas con la que hacen pociones mágicas. Una por una, las totumas se iban llenando.

Fotografía tomada en otra ceremonia de cacao que participamos, en Bogotá, la cual fue de noche y no de día. En la foto una totuma llena de cacao.

Nos dijeron que el cacao era la “Medicina del amor”, que era el alimento de los dioses, usado también como moneda de trueque, y que se invitaba a beberlo para hablar desde el corazón y fortalecerlo, tal cual hacían ellos antiguamente. No es alucinógeno ni nada por el estilo, es puro amor.

Agarré mi cuenco y el primer trago no me lo esperaba. Arrugué la frente y casi escupo al vecino, pero por respeto a los ancestros lo tragué a la fuerza, pero como somos animales de costumbre el paladar se amigó con lo amargo y picante, y en la segunda ronda me hice la valiente y volví a tomar. Me gustó.

Hicimos un trabajo de “Eye Gazing” que consistía en mirarnos unos minutos directamente a los ojos con el compañero de al lado que obviamente no conocíamos, para luego decirnos todo lo que vimos a través de las ventanas del alma. Intenso. No sé si la chica que miró a mis ojos era adivina, pero le dio bastante en el palo.

Preparando todo para la ceremonia de cacao en la Finca el Zopilote, Nicaragua. Después de las pocas fotografías, apagamos la cámara y vivimos la experiencia de “volvernos amor”.

Al finalizar hicimos algo considerado bastante hippie, nos dimos un abrazo colectivo, gritamos al unísono, algunos lloraron, nos seguíamos abrazando uno por uno, bailamos bajo la lluvia, reímos y el cacao parecía hacer el efecto de puro amor.

El cacao es una planta sagrada, y aunque ni roza lo psicodélico sí facilita un viaje al interior. Si tenés la posibilidad entrá a una de estas ceremonias, conectá con tus emociones y animate a escuchar lo que el corazón tiene para decirte. Todos tenemos una inagotable lista de miedos por entregar y encomendársela a la madre naturaleza. Y el cacao es una planta sagrada, sutil y sanadora. El propósito de estos rituales es conectarnos con nuestra propia esencia, ayudarnos a estar en sintonía con el espíritu colectivo o ayudarnos a volver al centro. Un ritual, es para el alma.

En Mandala Hostel en Bogotá, Colombia, en la ceremonia se hicieron cantos con tambor chamánico y bailamos hasta la medianoche.

Si tenés poco tiempo y vas a viajar por dicho país, te recomiendo este post de “7 días en Nicaragua”.

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