InBOLIVIA, DIARIO DE VIAJE

LA PAZ, OLORES Y COLORES

Montañas de la Paz, Bolivia

Este artículo es una colaboración realizada hace unos meses atrás, según lo que vivimos en nuestro paso por La Paz, Bolivia, a una bloggera y viajera española, Andrea, a quien pueden encontrar en las redes como Maletas Compartidas. Para viajar y entrar en contacto con otra cultura a través de la lectura.

La Paz es una de las capitales de Bolivia, pero de “paz” tiene poco.

Una ciudad exótica y extravagante, tan cerca del cielo que puedes tocar las nubes. Se encuentra a 3.650 m.s.n.m. siendo la metrópoli y capital más alta del mundo.

El corazón a punto de reventar, la garganta seca, la boca pastosa, la respiración cortita y agitada, síntomas que delatan que estás en un lugar de mucha altura. Así vimos y experimentamos La ciudad de la Paz, con nuestros sentidos a flor de piel. 

Les cuento que la siguiente nota es meramente descriptiva, de sucesos y actos que observamos en la calle, en las viviendas y en los mercados; digamos que en lo cotidianoTe pido que desconectes todo aquello que te distraiga, y conectes tu imaginación en cada escena. Viaja a Bolivia!! 

LA CIUDAD

Las calles son estrechas, suben y bajan como cintas onduladas, y todos los aromas que se puedan imaginar se pasean por esos lugares torcidos y zigzagueantes. Café y frituras, excremento y queso podrido, palo santo, sahumerios y raras especias que se mezclan con un olor fétido.

TRÁNSITO INFERNAL

Hay Mini vans saturadas de gente, hay buses destartalados, hay autos cargando llamas (sí, tu compañero de viaje puede ser una llama), hay motocicletas y mototaxis que te pasan rozando los pelos del cuerpo, hay triciclos y bicicletas. Todos se detienen en el mismo momento en el semáforo, sin orden coherente, sin respeto por ese palo alto amarillo que universalmente tiene su significado, ni tampoco por la  mujer que está  dirigiendo el tránsito, parada en el medio de ese caos, con su traje típico de pollera multicolores y un chaleco flúor que dice “Tránsito”. Cobardes insultos salen por las ventanillas de los carros a lo que ella responde de la misma manera. Todos insultándose al unísono. ¿Dónde quedó el respeto y el trato civilizado? 

Nuestras miradas se perdían en excesivas montañas, detrás de viejos edificios o al pie de viviendas naranjas.

MUJERES 

Mujeres de atuendos coloridos cargan bultos en sus espaldas dobladas y acarrean niños, con la mirada gacha y en cámara lenta. Cargan leña, granos, trigo. Mientras los hombres se hacen humo, no sabemos dónde andan, y los que hay se los ve masticando eternamente una bola de coca mostrando su verde dentadura al saludar, tal cual una vaca cuando rumea.

MERCADO

Las cholitas salen a tu encuentro, te toman del brazo, te tiran a la rastra, para ellas no hay espacio privado, te obligan a comprar diciendo “llévese alguna cosita mi´ja”.

El regateo es parte del negocio. Tiran una bomba como primer precio, que ante el horror de los clientes y el paso decidido de seguir y no comprar nada, el precio desciende de manera brutal. Y la negociación se vuelve a abrir. A veces los precios cambian de la mañana a la tarde, o de un día para el otro, o de una tienda a la otra, y aquello que crees que has comprado al precio de una ganga, lo encuentras más barato si sigues caminando por los mercados.

Algunos privilegiados tienen TV instalada del lado de afuera del negocio y se convierten en el centro de atracción. El barrio entero se amontona para hipnotizarse frente a la pantalla y ver viejos capítulos del “Chavo del 8”, alguna película antigua o novelas que no estoy segura si ellos la siguen a diario o es el simple hecho de pararse frente a un televisor y ver imágenes en movimiento. Pero la gente se sigue acercando y las ventas pueden aumentar, si es que el vendedor no está mirando la TV.

El maíz morado junto a fetos disecados de llamas y una inmensa variedad de papas que conviven con las cholitas, mientras éstas se encargan de espantar moscas, amamantar a sus hijos y vender.

Imposible olvidar las voces, los olores y los colores de la Paz.

Dormíamos en el Aeropuerto internacional “El Alto”, a 14 kilómetros del centro de La Paz, a la que íbamos en teleférico. Imposible subir y bajar estas laderas con la kombi.

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1 Comment

  • maletascompartidas

    Tan sumamente lindas tus palabras, nos encanta tener este relato de La Paz escrita por ti (Belu) en nuestro rincón de Experiencias Compartidas, para que también nuestros lectores puedan transportarse a ésta caótica y peculiar ciudad (según me la has hecho imaginar). Gracias por la colaboración 🙂

    junio 22, 2019 at 6:41 pm Reply
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