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POR LOS CAMINOS DE QUERÉTARO

No tenemos una ruta fija a seguir, es más bien al azar, según el ritmo del día, o con quién nos topemos y las indicaciones que nos den. Digamos que el itinerario lo arma la gente del lugar y las ganas que tengamos de conocer ciertas cosas, algo así como ir girando la ruleta y  preguntarnos: ¿hoy qué tenemos ganas de conocer?, ¿ciudad o naturaleza?, ¿playa, montaña o río?, ¿aventura o tranquilidad?, ¿hacer senderismo o deleitarnos con algo rico? Y así nos sucedió con el estado de Querétaro, el cual íbamos a visitar solo de pasada su capital, para continuar con Guanajuato y San Miguel de Allende.

Pero descartamos estas ciudades por dos motivos: Guanajuato es tierra caliente, aterrado por el Huachicol (contrabando de gasolina) y el narcotráfico. Y para ingresar a San Miguel, debido a la pandemia, estabas obligado a reservar un hotel o un restaurante para ingresar. La brújula nos indicaba que teníamos que aprovechar toda la tierrita de Querétaro, el estado más seguro de México, para recorrer la Sierra Gorda y todas las maravillas naturales.

Tequisquiapan y Bernal

La aventura comenzó con dos Pueblos Mágicos de arquitectura colonial, calles adoquinadas y aunque aún no conozco Italia, me sentía en la Toscana. Los pueblos invitan a dar interminables paseos a pie. En Tequisquiapan, un pueblito declarado como el centro geográfico de México, empieza la ruta del queso y del vino. Algo que amamos, y fuimos directo a un viñedo. Nos dieron a probar ese exquisito líquido negro, y el señor nos regaló lo que quedaba de la botella, pero no hicimos tour porque era tarde, ni nos cobró nada por ese gesto. No me cansaré de repetir que no crean a ciegas todo lo que dicen los noticieros, porque nunca hemos recibido más que atenciones, hospitalidad y generosidad de parte del pueblo mexicano (seguí leyendo que afirmo lo que escribo con sucesos).

En Tequis dormimos debajo de unas plantas, y al día siguiente seguimos rumbo a Bernal. El principal atractivo de visitar en este pueblo es la peña, conocida por ser el tercer monolito más grande del mundo (mide aproximadamente 350 metros de altura) y tiene 10 millones de años de antigüedad. Por supuesto que la subimos, no es un trekking difícil, y tuvimos una vista panorámica de toda la región.

Encontramos un lugar ideal para acampar, a metros de la famosa peña de Bernal.

Ciudad de Querétaro y encuentros con clubes de Kombis

Íbamos solo una noche a la capital del estado y pasamos una semana entera. Los encuentros aparecían en cascada tras haber escrito por Facebook a los diferentes clubes de Kombis de la ciudad. Ni bien llegamos, paramos en una gasolinera Mobil, cerca del mirador “Los Arcos”, y preguntamos si podíamos dormir. La estadía en la estación de servicio se extendió 7 días, tras descubrir que había internet, baño y seguridad, y fue el punto de encuentro con varias personas.

Así conocimos a Jaime, quien nos compró un libro, pero luego se acercó a buscar otro. A Panda, quien también vino por un libro y se llevó dos, y cada vez que nos encontrábamos, traía regalos: una Kombi en miniatura, las pestañas de las ópticas, stickers y hasta un cóctel de champignones, cuando los invitamos a cenar a “nuestra casa”, en la gasolinera. A Mauricio lo esperamos en el mirador y vino con la familia entera, trajo cervezas, hicimos palomitas de maíz con los niños, se llevaron varios libros, nos dio contactos para cuando estemos por California, nos invitó a bañarnos, a comer tacos y antes de irnos ¡nos llenó el tanque!, algo que Blanquita siente pocas veces.

¿Sigo? Un chico apodado “Bombero”, nos recibió junto a su familia, ayudándonos a colocar los cubre polvos de las homocinéticas y hacerle otras cositas a la Kombi. Compró pizzas para todos y obvio que se llevó el libro. ¿Aceptó algo de dinero? ¡Ni que se nos cruce por la cabeza! Más bien nos pidió que acepáramos el dinero del libro, ante nuestra negativa de agarrarlo.

La Kombi de “Panda”, (su vinil lo dice todo), en uno de los tantos encuentros frente al mirador de “Los Arcos”.

La lista continúa. Beto nos contacta por Facebook para regalarnos, cambio de aceite y de bujías, chequear frenos y suspensión, y poner a punto el motor. Todo un equipo experto en Volkswagen, echándole la mano a Blanquita. Fue la primera vez que nos fuimos tan rápido de un taller, con el motor en óptimas condiciones, afinado como un violín, y Lucho sin ensuciarse las manos. Para no aburrirlos, les cuento la última: Kari también nos escribió por Facebook para invitarnos a desayunar. Comimos tacos y nos compraron un montón de artesanías, lo que significó un empujón enorme, además de armarnos la vuelta por la Sierra Gorda de Querétaro.

SIERRA GORDA DE QUERÉTARO

1. San Joaquín, Campo Alegre

Kari nos contó de San Joaquín, un Pueblito Mágico del que nunca habíamos oído hablar. Fuimos directo a Campo Alegre, un espacio ideal para pasar una noche de camping, o dos, o tres. Es un bosque de pinos, con baño incluido, asadores, espacio para acampar, todo bien cuidado, limpio, y un dato no menor, ¡todo gratis! Lugares pocas veces encontrados. Pasamos el día del amor y la amistad, entre guacamole, pizzas caseras a las brasas, vino y, de postre, crepas de nutella con café.

2. Mirador Cuatro Palos

La ruta para llegar no era de las mejores, de tierra y llena de baches. Pero no sé por qué, las peores rutas conducen a los mejores lugares. Cuatro palos es un pueblo, más bien un rancherío en el medio de las montañas, con olor a humo de cocina a leña y pencas verdes, duras como una estaca, que ni se mosquean por el viento. En el mirador cobraban $80 MEX cada uno (aprox. Usd 4), pero caminamos y encontramos un sendero que conducía a un lugar con una vista similar de tres estados: Hidalgo, Potosí y Querétaro.

Estacionamos frente a un precipicio y en la noche cerramos el techo pop-up por el frío y el viento, que según mi exagerada sensación, lo arrancaría. De hecho, no pude pegar un ojo hasta corroborar si las trabas que lo sujetan estaban colocadas o quedaríamos con el techo descapotable, como ya nos había sucedido en la ruta de “La Ventosa”, Oaxaca. Pero esa es otra historia que contaré en algún post, o la dejaré para otro libro.

No estaban puestas, así que las coloqué, pero mi terror continuaba por no saber si Lucho había bloqueado las ruedas con algún ladrillo, pues el freno de mano no es 100% seguro, y trabarla con la caja de cambios tampoco. Sí o sí necesita de piedras para quedar inmóvil, o caeríamos al abismo. ¿Lo despierto y le pregunto? Blanquita se balanceaba de lado a lado por la fuerza bruta del viento, y la pesadilla se acabó con la luz del amanecer. Al final estábamos en el mismo lugar, acompañados por los tres mismos perros que se presentaron por la noche cuando las ollas sonaban.

Lucho posando en el mirador “gratis” de 4 palos. Hay otro, muy cerquita, que por subir te cobran $80 MXN, pero la vista sigue siendo espectacular ¿no creen?

3. Puente de Dios, Río Escanela

Del mirador seguimos ruta, y otra vez fue asfaltada los primeros kilómetros, pero los últimos de terror. Aunque valió cada pozo que los amortiguadores de Blanquita supieron contrarrestar. Desayunamos frente a un río, que sinceramente no prometía demasiado por su color amarronado y el agua estancada. Empezamos la marcha río arriba y el torrente de agua comenzó su metamorfosis a un verde azulado. Disfrutamos la caminata entera, que nos llevó unos 40 minutos, y nos adentramos a un jardín surrealista, con puentes colgantes y murallones que se elevaban en dirección al cielo. El agua no es del todo caliente, pero meter aunque sea los pies en el agua, nos recordó que ¡estamos vivos!

En Puente de Dios, tras una caminata por todo el río escanela. Si te gusta el senderismo y los paisajes naturales, no dudes en ir. Es “el” lugar.

4. Casacada de Chuveje

Si el agua de Puente de Dios nos pareció fría, la de dicha cascada es como meterte en el mar ártico. De hecho está prohibido bañarse, y hay carteles que indican del padecimiento de calambres por enfriamiento del músculo. No lo intenté. Hice caso sumiso a cada cartel. Más allá de lo anecdótico del agua helada, es una linda caminata rodeando el río verdoso por unos $80 MXN cada uno, que termina en una caída de agua furiosa (y fría).

Frrrrría el agua. Pero con apreciar la cascada y escuchar el ruido, es suficiente.

5. Concá

Es un pueblito a paso lento, que tiene mucho o poco, dependiendo de quién lo mire. El recorrido por la aldea comenzó al mediodía para conocer el árbol milenario, un ahuehuete enorme que es el segundo más grande de México, (el primero es el del Tule, en Oaxaca), y aunque no se sabe con exactitud cuántos años tiene, creen que sobrepasa los 2000 años. Para abrazarlo se necesitan a más de 25 personas, y lo triste es que ambos gigantes están encarcelados detrás de una malla metálica “para su conservación”. Al lado del árbol encontramos una naciente burbujeante y tibia, y sin dudar ni medio segundo, nos descalzamos, sumergimos los pies y los limpiamos. Seguimos camino al cerro de la cruz, para ver desde lo alto los sembradíos de mangos y naranjas, y terminar en unas cascadas.

Hay una ruta de las “Misiones Franciscanas” que pasa por diferentes pueblos. Son 5 en total y visitamos varias porque nos gustó la tranquilidad de estos lugares (amamos ir “puebleando”). Una es la de Concá, otra de Jalpan, y Tlancoyol: todas tienen en común elaboradas fachadas y parques amplios con pasto cortito. En cada pueblo dormimos frente a la Misión y no estoy segura si es por la paz de dormir en un lugar tan respetado, o el sosiego de un pueblo, pero reposamos profundo.

Blanquita descansando frente a la misión de Concá, y los tripulantes también.

6. Jalpan de serra

Jalpan se encuentra ubicada a 200 kilómetros de la ciudad de Querétaro. Estacionados en una esquina, robando WIFI de un café, conocimos una pareja que nos invita a dormir a la “Presa Jalpan”, al lado de su casa. Aceptamos y en un abrir y cerrar de ojos, tuvimos una vista extraordinaria de agua espejada. La presa está a 1.5 kms. del centro y es el lugar donde se practica pesca deportiva, ciclismo de montaña, observación de flora y fauna, y se navega en kayac o lancha.

Volvimos al centro y apareció otra invitación: al Hotel 4 Pulques. Aprovechamos a ducharnos con agua calentita y el dueño, quien había viajado en moto hasta EE UU haciendo la icónica ruta 66 nos organizó, junto a la Dirección de Turismo una pequeña presentación del libro donde probamos las nieves de garrafa, micheladas con jugo de caña, y hasta un visitante no llevó a comer al infaltable Mercado Municipal.

7. Sótano del Barro

Al día siguiente seguimos rumbo a Arroyo Seco, donde se encuentra el “Sótano del barro” y se aprecia la salida o entrada de las Guacamayas, esos pájaros leales y coloridos que vuelan en pareja. Son 45 kilómetros desde Jalpan hacia el pueblito donde comienza la aventura: 20 de asfalto y 25 de ripio. Nos habían comentado que el camino estaba en buenas condiciones, pero demoramos tres horas en llegar, así que saquen sus propias conclusiones.

Es obligatorio subir con un guía, quienes te pasan a buscar a las 4 a.m. por los dos albergues del pueblo, los únicos que existen. Como estaban cerrado por la pandemia, averiguamos quién nos podía subir, y en la madrugada ya estábamos listos para comenzar la odisea. Te ofrecen mula para cargar las mochilas, pero confiamos en que lo lograríamos sin un animal de carga (o tal vez, ya pagar más de los $300 que nos había cobrado el guía, aprox usd15, se nos hacía difícil).

A las 4 a.m. nos pasó a buscar Luis y en una hora y media llegamos al pozo de 460 metros, donde avistaríamos a las Guacamayas verdes despertar su vuelo en el amanecer. El arco iris de colores del alba iba borrando las estrellas de la noche y las araras (así llaman a estos pájaros en Brasil), con su inconfundible canto, subían en bandadas conociendo las corrientes que las llevarán a buscar el alimento del día, para luego regresar en el atardecer a ese pozo oscuro y profundo, su casa.

Amaneciendo en el Sótano del barro y esperando que desde ese pozo profundo y negro levantan vuelo las guacamayas.

Los caminos de Querétaro nos sorprendieron y nos dejaron con ganas de más. Habrá otras oportunidades, pero debíamos continuar por las tierras mexicanas…

¿Conocés Querétaro? ¡Contanos tus favoritos!

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